¿Puede la Inteligencia Artificial (IA) ayudar a abordar las enormes brechas educativas? La respuesta es un sí cauteloso y optimista.
Alrededor de 1.8 mil millones de estudiantes en el mundo merecen recibir una buena educación. Sin embargo, la mitad de ellos no logra las habilidades básicas de lectura y aritmética necesarias para la vida.
La crisis de aprendizajes es tan grande que podrían pasar décadas para lograr que todos tengan una educación decente. Pero hoy vivimos una coyuntura única. La tecnología, y en particular la IA, si se usa inteligentemente, ofrece la oportunidad de llegar a maestros, estudiantes y escuelas con herramientas efectivas para mejorar la experiencia educativa a una escala sin precedentes.
¿Cuál es el potencial de la IA en la educación?
Post pandemia, muchos países están implementando políticas para mejorar la conectividad (85% de los países, según el Informe de Monitoreo Global 2023, en inglés) los teléfonos inteligentes son casi ubicuos, y el 95% de la población vive dentro de la cobertura de internet móvil. Si bien los costos de conexión siguen siendo un obstáculo significativo que, el Banco Mundial junto con organizaciones internacionales y gobiernos están tratando de superar, en este contexto dinámico más escuelas y estudiantes estarán conectados y las soluciones basadas en IA pueden ayudar a abordar la crisis.
La IA puede asistir en varias dimensiones, como se resume en el reciente informe sobre el progreso en América Latina y el Caribe. Las plataformas de aprendizaje adaptativo impulsadas por IA, como ALEKS (i), pueden personalizar el contenido según las necesidades de cada estudiante, proporcionando apoyo y retroalimentación individual. Herramientas de IA como MagicSchool (i)y Ummia asisten a los maestros en la creación de planes de clases atractivos (i), alineados con los requisitos del currículo y a las necesidades de los estudiantes. Sistemas de retroalimentación impulsados por IA como TeachFX (i) mejoran las prácticas de instrucción de los maestros e identifican áreas de mejora. Asistentes impulsados por IA mejoran los sistemas de alerta temprana para identificar a los estudiantes en riesgo de abandonar la escuela.
La IA no está exenta de fallas -que se están abordando-, como engaños (llamados “alucinaciones”), la generación de resultados sin sentido o incorrectos, y sesgos derivados de los datos de entrenamiento. Pero el potencial de la IA es inmenso para empoderar a los maestros y proporcionar rápidamente a los estudiantes una experiencia educativa superior a gran escala.
Para que la IA realmente mejore la calidad de las experiencias educativa, se necesita un enfoque multifacético: primero, la conectividad debe ser asequible; y el hardware y las plataformas digitales deben llegar a todos; segundo, es esencial una inversión continua en equipar a los maestros con las habilidades de IA y digitales para que puedan aprovechar la tecnología; y tercero, la alfabetización en IA (i) se debe incorporar paulatina pero integralmente en los currículos de todas las materias, al tiempo que las herramientas de IA deben facilitar el aprendizaje en esas misma materias.
Para mover la aguja del aprendizaje, las transformaciones deben de darse en los sistemas educativos en su conjunto, lo cual requiere abordar desafíos institucionales, desde la inercia burocrática hasta las complejidades legales que obstaculizan la adquisición a gran escala de plataformas tecnológicas.
El factor humano: los maestros en el centro.
En el corazón de ésta revolución tecnológica está el maestro. En sistemas de alto rendimiento como Singapur (i) y Japón, la enseñanza es una carrera prestigiosa, y este reconocimiento social se correlaciona con la calidad educativa. Los buenos maestros asumen una inmensa responsabilidad que tienen: su trabajo no es solo enseñar, sino asegurar que cada estudiante aprenda. La tecnología, cuando se usa con prudencia, permite a los maestros centrarse en proporcionar a los estudiantes una experiencia académica más rica, fomentando las habilidades socioemocionales vitales para el futuro.
Una ola que debemos aprovechar.
La crisis global del aprendizaje es un fracaso de las sociedades. Hay inmensas desigualdades en los resultados educativos. En este contexto, la tecnología abre un abanico de posibilidades. Y para lograr que se pueda aprovechar la tecnología para mejorar los resultados educativos, un elemento fundamental sigue siendo el factor humano. La educación se basa en la interacción humana, en la conexión entre el estudiante y el buen maestro. Y la tecnología, si se dan las condiciones adecuadas, puede amplificar el impacto de maestros bien formados y dedicados.
Hay una enorme demanda de cambio dada la magnitud de las necesidades. Pero también hay una oferta de cambio en el progreso tecnológico que vemos día a día. Es una ola que debemos aprovechar si queremos brindar a miles de millones de niños hoy las oportunidades que merecen.